"Niño geopolítico, observando el nacimiento del hombre nuevo" - Salvador Dali, 1943 - Oil on canvas, 45.5 x 50 cm - The Salvador Dalí Museum (Morse Charitable Trust), St Petersburg, Fl, USA.

viernes, 17 de septiembre de 2010

"EL DEBATE INARTICULADO" DE CHARLES TAYLOR


Diana Patricia Dancel Quinayas
Estudiante del Curso Introducción a la Ética
Universidad del Valle

En este capítulo, Taylor nos manifiesta el problema que se presenta entre los partidarios y los críticos de la cultura de la autenticidad, de hallar o articular en ella el ideal moral. Por un lado, sus partidarios defienden que esta cultura está basada en un ideal moral, pero no saben cómo articularlo; por otro lado, los críticos desprecian esta cultura, aduciendo que más que ideal, lo que hay aquí es un deseo no moral. Ante este panorama Taylor va a criticar el camino que se ha seguido en la búsqueda de ese ideal moral. También va a cuestionar algunos factores que han constituido esa cultura de la autenticidad y que asimismo han impedido la articulación de dicho ideal abriendo así una cuarta alternativa de articulación.

Por ideal moral se entiende la norma que dice que es lo que se debe desear en cuanto al modo de vida mejor o superior. En la búsqueda del ideal moral Taylor nos muestra como ejemplo de debate inarticulado, el libro de Allan Bloom El cierre de la mente moderna, en donde se hace presente el relativismo, dándole Bloom a esto una posición moral fundada en el respeto mutuo. Este relativismo nos dice Taylor es un error y hasta se autoanula, sin embargo rescata de todo esto el esclarecimiento del ideal moral que sostiene a la autorrealización, ser fiel a uno mismo presente en la autenticidad, aunque la incapacidad de articulación lo reduzca a axioma.

La cuestión por la fuerza moral y la incapacidad de articular este ideal, se ve complementada con algunos factores -como el liberalismo neutral, el subjetivismo moral y la manera en que se ha fundamentado la explicación en las ciencias sociales- que han imposibilitado un acercamiento al ideal moral. Taylor alejándose de las posturas partidarias, detractoras e intermedias, propone una labor de recuperación, en donde el ideal pueda ayudar a restaurar nuestra práctica, alejándose así del subjetivismo moral y de las formas de explicación que se ha valido las ciencias sociales y que han llevado a aprisionar al hombre.

Juan Sebastián Cadavid
Estudiante del Curso de Introducción a la ética
Universidad del Valle

A propósito de El debate inarticulado, de Charles Taylor

La búsqueda de epígonos del individualismo, tan censurado en la obra de Charles Taylor, nos lleva hasta las entrañas del “relativismo acomodaticio”. Éste parte de la premisa de que en los asuntos morales, en el entramado de valores a defender y fortalecer, cada Ser libre en la sociedad contemporánea genera los suyos propios. Esta autorregulación o, como lo nomina Taylor, “autorrealización”, desemboca en degeneraciones tan nefandas como la literatura de “superación personal” que tanta dependencia genera entre la juventud contemporánea y que la aleja de la autocrítica a la vez que la endulza con la autoindulgencia. 

Hasta aquí, el autor reconoce que simpatiza con los cuestionadores y las réplicas a la cultura actual, pero se separa considerablemente de estos postulados cuando plantea que esta tendencia a la “autenticidad” debe ser reconocida como un “ideal moral” o normativa para establecer principios en función de una “vida mejor o superior”. 

En este sentido, no todo lo que caracteriza a la contemporaneidad, moralmente hablando, es despreciable; la fidelidad a los preceptos del Ser, la infranqueable ética que dirige todos los verbos del sujeto, tiene enorme valor como postura caracterológica. 

En cuanto a la crítica que considera que el relativismo sí posee un ideal moral que se caracteriza por su nivel axiomático (incuestionable e imposible de hacerlo inteligible a otro), el filósofo canadiense señala tres detonantes de este “silencio” al que han replegado a los partidarios del “ideal moral de la autenticidad”: primero, el  “liberalismo de la neutralidad”, cuyo postulado de que los asuntos morales no pueden ser tenidos en la cuenta por un Estado pretendidamente imparcial, alejan del discurso político liberal a la nuevas generaciones y sus reflexiones; segundo, el arraigado apotegma que deslinda la razón de la moral (“subjetivismo moral”); tercero, la complicidad de unas Ciencias Sociales enclaustradas en los cimientos de una suerte de materialismo histórico, donde toda manifestación social podría explicarse, pero escasamente problematizarse, a la luz de una coyuntura histórica. 

Así pues, oscilando entre sus crítico severos, pero siguiendo con su sistema de construcción a partir de lo deformado (y no su demolición), Taylor encuentra un equilibrio que cree útil para las prácticas socio-culturales actuales y futuras.

Gustavo Adolfo Palacios
Estudiante del Curso de Introducción a la ética
Universidad del Valle
 

Ilusión de libertad

La instauración de un sistema económico que impulsa a el sujeto en la búsqueda irreal de su libertad, le permite tomarse ciertos criterios sobre la existencia  de los demás seres humanos sin tomar en cuenta la alteridad, es decir, el reconocimiento de un sujeto a otro bajo una total comprensión de su universalidad y complejidad interior. Por el contrario lo que nos ofrece la realidad de época es otra, estamos siendo participes de una constante rapiña, en la cual cada ser no puede andar expresando su complejidad, en cambio debe esconder gran parte de su ser y aconductarse de acuerdo a unos modelos medianamente permitidos. Dentro del modelo, todo esta bien, este modelo es el que convierte al ser en ego, una mera personalidad cumpliendo unas instancias de vida. Estas instancias o situaciones de vida crean el encierro de cada ser y la pérdida total de la libertad, dando una falsa ilusión de libertad.

El problema y sobre todo la degradación que ha matizado esta era es evidente e innegable, ante lo cual Taylor no tiene problema de reconocerlo, sin embargo afirma, y en esto concuerdo, no se puede abandonar al individuo. Cómo puede ser posible contemplar la alternativa de regresar a la oscuridad del misticismo, que si el ser humano ha logrado salir de allí, mejor que no ha de volver. La invitación de Charles es a regresar a la reflexión de estos paradigmas y contemplar desde el sujeto como individuo una posibilidad  para recuperar la susodicha libertad. Quizás en verdad pueda lograrse y no sea otro engaño de este mundo acomodaticio.

Mientras tanto los sujetos van con su ego  y las vidas trajinadas, pensando ensimismados, en el porvenir de su propia y egótica vida. Taylor expone en la reflexión la posibilidad de salida al paradigma del hombre moderno, quien cree tener algo que no sabe que es y llaman libertad. Ante lo cual el mundo entero contestara -Soy libre de salir cuando quiera-.

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